Por Silvia B. Chalé Euan y Alberto C. Velázquez Solís
El utsil kuxtal traducido literalmente significaría la vida buena. Sin embargo, hay que entender el sentido filosófico que está detrás de estas palabras. ¿Qué significa, para los mayas de la Península de Yucatán, la vida buena? ¿Qué se necesita para que la vida pueda ser buena? Desde el sentí-pensar maya, la vida tiene que ser algo bonito o bueno, pero para que esto sea posible, significaría que no tienes preocupaciones en tu vida, ni temores en tu comunidad, o en tus quehaceres cotidianos. Es aquí donde la cosa se complica.
Como mayas peninsulares, hemos aprendido a estar en equilibrio con todo lo que habita en la naturaleza, sean plantas, animales, pero también con la tierra misma, con el agua, el aire, porque además cada cosa, tiene su propio dueño. Por eso, antes de trabajar un “pedazo de monte”, una parcela, una milpa, uno tiene que pedir permiso a sus verdaderos dueños. Estos dueños son nombrados de diversas maneras, para algunos se trata de los yuumtsilo’ob, para otros son los aluxo’ob, los báalamo’ob, los aj kanulo’ob, entre otros. El sentido que guardan todos ellos, es que son a su vez dueños de la tierra, pero también sus moradores, sus cuidadores.
Entonces, cuando queremos trabajar la tierra, hacemos un jets lu’um, ceremonia que significa “apaciguar la tierra”, pero que en realidad es una forma de pedirle permiso a sus dueños para que también estén contentos, para que la cuiden, para que la cosecha sea buena. Los primeros frutos se le ofrecen a esos mismos yuumes o señores. Para que también reciban los frutos de la tierra. Así, cada cosa que hace, se inicia con una ceremonia de petición de permiso y al final esos frutos (milpa, cacería, miel, etc.), se regresa con otra ofrenda de agradecimiento, manteniendo así el equilibrio. Eso es la vida buena. No sólo es el campo, es también las cuevas, los cenotes, los múules o montículos prehispánicos, es decir, a cada lugar también se le ofrenda, más cuando se realiza alguna actividad ahí.
Dicen los abuelos en Chablekal que el utsil kuxtal es tener una vida bonita, alegre, buena, armoniosa, de respeto, pero para tener una vida buena hay que tener la armonía con el monte y la tierra, y todo lo que habita en eso que los letrados llaman la naturaleza. Por eso la vida plena se vive como persona, pero sobre todo se construye como pueblo, en comunidad.
El peligro es que hay a quienes ya se les olvidó como es la vida buena, la vida digna. Ya han vendido sus montes al mejor postor y detrás de esas ventas, llegaron megaproyectos. Dime de qué pueblo eres y te diré quién te está chingando. Hay pueblos que están siendo afectados por la industria porcícola, otros por el turismo, el desarrollo turístico e inmobiliario, otros por los transgénicos y los agrotóxicos, la minería, las caleras, el tren que llaman maya. Por todo esto, están agonizando los cenotes, el monte, los animales, como los venados que entran a los fraccionamientos y luego son atropellados, los cenotes que están siendo contaminados por la industria porcícola o tapados para construir las vías por donde pasa el Tren Maya, los hoteles, restaurantes y paradores en la costa y centros turísticos. Todo esto, nos dificulta tener una vida buena.
Como dice nuestra amiga Lupita, entre lo que se necesita para poder caminar hacia el utsil kuxtal está “primero, que ya no nos estén fregando con megaproyectos, que no se quieran adueñar de nuestras tierras, del agua, de todo lo que implica nuestros derechos como pueblo, porque muchos no lo conocen y sin todo eso no hay utsil kuxtal”
Pensamos que, el utsil kuxtal necesita caminar con dignidad y sabiduría, esa que le apuesta al toj óolal o bienestar. Pero no olvidemos que es más que eso, toj es estar algo equilibrado, y como ya dijimos óol es nuestro corazón anímico, lo que buscamos es mantenernos en balance con todo eso que nos rodea. Caminemos hacia la vida buena con dignidad y sabiduría.